Una vez que se cuaja la leche y dejamos pasar el tiempo, ya tenemos un queso. No hace falta mucho más. Pero eso es como el sexo sin amor. Habrá un alimento y se ingerirá, pero ¿qué hay de todas las sensaciones que podríamos haber experimentado?
En muchas ocasiones, el ritmo de nuestras vidas no nos permiten disfrutar de cuatro detallitos que el mundo pone a nuestro alcance. A veces no nos da tiempo de vivir mientras vivimos y tenemos que ahorrar tiempo para poder vivir como nos gustaría después de haber vivido como no nos queda más remedio vivir.
Por eso nos resistimos a ser devorados por el día a día y queremos proponer quesos bien hechos pero con sus detalles. Buscamos quesos que no sean “este mismo” de la estantería refrigerada del súper, buscamos quesos artesanales. Queremos ofrecer singularidades de calidad para deleite de los sentidos.